Alejandro me contempló con
aliento entrecortado al ver la seda negra que me cubría, el sostén que apenas
ocultaba mis pechos, las medias altas
que casi no alcanzaban a tapar mi sexo. Me asió las caderas y me pegó a su
cuerpo, contra la fuerza y dureza de su erección, justo cuando el vestido caía
al suelo. Retorció su mano en mí cabello y volvió a acercar su boca. Me
mordisqueó el labio y buscó mi legua. Quedé aturdida. Contuve el aliento cuando
Alejandro apartó el sostén en pos de la expuesta tentación de mis pechos,
moldeándolos con las manos y haciendo que mis pezones se endurecieran. Su boca
se situó bajo mi oreja, en la curva de mi hombro. Eché la cabeza hacia atrás y
la apoye en su brazo cuando él me acarició los pechos con los labios. Deslizó
la mano por mi estómago, para encontrar mi monte de Venus y así llevarme hasta
el éxtasis. Al mismo tiempo lo desnude, pero me mostré un poco torpe con la
cremallera de su pantalón; al fin lo conseguí.
Cuando me puso sobre la alfombra, me hundí bajo su cuerpo,
con la mente en blanco, solo disfrutando las sensaciones que me daba. Me quitó
las últimas prendas de seda negra. Solo dejó las medias negras que formaban un
contraste erótico contra mi piel. Alejandro me besaba el cuerpo, dejando un
perezoso sendero entre mis pechos, bajando al ombligo y aún más abajo, haciendo
que me arqueara de placer a medida que su lengua me provocaba. Lego el momento.
Mi cuerpo pareció suspirar de placer cuando entró en mí. Se movió en mi
interior con suavidad y fluidez, arrastrándome a su ritmo, incrementándolo poco
a poco, cada vez más y más hondo.
Desperté
poco a poco mientras absorbía la
sensación de bienestar que me invadía. Escuché ruidos en la cocina. Era
Alejandro. Bajé y vi que a un lado de la puerta estaba su maletín de piel. Se
iba a puerto Vallarta.
¾¿Cuánto
tiempo me das para hablar con Paulina y recoger algunas cosas?
¾¿Para
qué?
¾Porque
me iré contigo a la convención.
¾Jessy,
ya lo arregle todo y no puedes ir. Me voy. Pásatela bien en mi ausencia.
Se fue sin decir más. Decidí llamar a Paulina, pero saltó el
contestador, fui a su casa y una de sus vecinas me dijo que la había visto
salir con unas maletas en la mañana. Fue ahí donde comprendí todo:
·
La advertencia de Alejandro
·
La cara de Paulina cuando los vi juntos
·
Su complicidad
Los dos eran un par de traidores. Iré a puerto Vallarta y
los descubriré.
Esta entrada sigue con los mismos errores que vimos ayer.
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